El nino de la vaina.

Ese dia se quemo el rompope y tampoco se hicieron las carpetitas o las figuras de migajon, ni se regaron las plantas, ni vieron juntas la tele. Al igual que cientos de mariposas, las hermanas con escoba en mano rondaban nerviosas la oficina de la Madre Augusta intentando escuchar lo que ahi ocurria.

Malena y la Madre en silencio quedaron mirando en la olla al pequeno dormir. Era diminuto, con rasgos afilados, y sus manitas delgadas abrazando a un chicharo. Supieron entonces que debia quedarse el nino entre ellas, que era parte de un milagro y como tal decidieron amarlo y criarlo en el convento.

Dieron a conocer su decision al resto de las hermanas en el comedor. Contentas todas se acercaron a la olla, marrunando las formas mas dulces para llamarlo. De pronto el pequeno desperto, estiro sus bracitos y miro los 10 pares de ojos que asombrados lo veian, solo al reconocer los de Malena se sintio salvo.

La hermana Remedios entonces corrio al establo a ordenar a Rosafina, la vaca. Las hermanas Teresa y Carlota trajeron de la bodega el hermoso pesebre y algunas otras figuritas del nacimiento para improvisar una casita. La hermana Nicolasa comenzo a tejer con hilo de seda y estambre virgen, una colchita muy pequena y alguna mas a escondidas abrio el resto de las vainas con la esperanza de encontrar a otro chiquillo acurrucado.

El nino de la vaina comenzo a beber de un gotero un poco de leche, sus ojitos comenzaron a cerrarse para empezar un nuevo sueno en la palma de Malena. Entre el jubilo y los planes quedaron despiertas hasta las 3 de la manana, todas excepto la hermana Mela, una viejecita Espanola que entre susurros habla, pero ronca estereofonico.