El circo de Wyda,

Despues de la guerra, Wyda formo su propio circo. Viajo en 4 carromatos alrededor una Europa destartalada; con el, una anciana gitana lectora de cartas, dos enanos, 5 perros blancos, un joven elastico que hacia nudos su piel y una robusta chica que olvidaba sonreir.

Al entrar a cada pueblo sonaban cacerolas y trompetas, los ninos corrian tras ellos y la mirada de viejos consentian su llegada. En medio circulo paraban los carros y al centro tendian una lona roja, frente a ellos decenas de chicos sentados (...que poco importaba manchar de polvo el trasero!), tras ellos algunas mujeres y al final la cansada mirada de anonimos combatientes.

El acto final era el de Wyda, con mueca blanca alrededor de su sonrisa y en la nariz una roja esponja. Levantaba sus manos al cielo y comenzaba a frotarlas; sus ojos estaban cerrados, parecia rezar. De pronto algo entre ellas surgia, una pelota verde comenzaba a crecer. La gente asombrada aplaudia, Wyda les miro, sonrio y dijo con su voz de menta: "SE TRATA DE CREER". Avento entonces la gran pelota contra el suelo y reboto tan alto, tan alto que parecia haberse atorado entre las nubes. La gente volteaba al cielo, incluso los enanos y la chica robusta. Al cabo de unos instantes la pelota comenzo a caer, Wyda la atrapo en el aire y como burbuja la hizo reventar. Los aplausos rebotaron en cada una de las paredes del pueblo, hicieron incluso vibrar las campana unica de la iglesia que insistia quedar de pie.

Un chico de azules encendidos y flacas las patitas se levanto, fue hasta el joven mago y pidio una pelota (fuera del cascajo, no habia otra cosa que jugar). Todos quedaron en silencio, Wyda volvio a sonreir y de la oreja del chico aparecio igual que una canica, una pelota de goma. Wyda la hizo rebotar y el chico emocionado corrio tras ella. "ATRAPEN SUS SUENOS NO LES DEJEN IR..." De su boina de lana saco cientos de pelotas, una lluvia de bolitas verdes cayendo y rebotando por doquier. Los ninos se levantaron y corrieron tras ellas que cual gordos avispones intentaban escapar. Pero tambien lo hizo el senor de la botica, y el gendarme y todos los que fueron ese dia a la plaza; incluso aquellos de tiesa tristeza corrieron dando saltos hasta atraparles. Durante hora y media la gente olvido sus muertos, y el vacio de casa. Volvieron a creer.

Al dia siguiente todos en el pueblo ofrecieron alimentos, ropa usada tal vez y una serie bendiciones a Wyda y su circo, que entre cacerolas y trompetas prometian volver.