No es lo mismo retozar que dar vueltas y vueltas en la cama... Escuchas soniditos en ella que nunca antes habían estado; te preguntas si tan solo son los prematuramente viejos y cansados resortes o se trate tal vez de diminutos habitantes. Recorres cada pedazo, abrazas una almohada y pegas la oreja en otra. Los ojos los llevas cerrados, no quieres abrirlos y ver el reloj porque piensas que en ese momento vas a dejar de dormir cuando hace mas de una hora que dejaste de hacerlo.
Y empieza la comezón... las ronchas ganadas en "punta caimán" como el fuego que encendimos, se avivan. Me rasco los tobillos, las pantorillas y muslos. He mordido mis uñas de tal modo que al rascarme el filito que dejo en ellas produzca mayor placer. Las que hay en mis brazos han empezado a morir, adivino dónde estaban por las costras que dejaron, pero aún así froto lo áspero del calcetín a unas que necias persisten. En mi vientre hay solo una, 5cm. arriba de mi ombligo; pero en mi espalda hay varias todavía!
Si con lápiz trazaras sobre ellas una linea, descubrirías mágicas constelaciones o mensajes tal vez, si ocioso, te quedaras en ella. No alcanzo a cubrirlas, se escapan... Tomo una revista, la enrollo, intento rascarme... cuánta torpeza. Pienso, pienso, no pienso nada! ¿Puede alguien venir y rascarme?
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