Un mundo bueno

El frio es horrible, se cuela hasta los huesos, ideas, y voluntad. Es por eso, tal vez, que los alemanes dejaron de violentar a los prisioneros. Ni sus gruesas gabardinas, ni las bufandas o el rumor sobre la llegada de importante general fueron suficiente para convencer al calor de quedar. Su piel era acuchillada por las ventiscas heladas, sus labios y puntas de los dedos se amorataban hasta quedar negros y desmoronar. Algo extrano ocurria entre ellos, unos dejaron de moverse y quedaron tiesos, otros, decidieron mejor prenderse fuego...

En la tienda ocurria algo distinto, Wyda contaba las historias de papa y todos atentos, muy atentos le escuchaban; el hielo paso de lado, no fueron los desgarres, ni las grietas en la lona razones de quedar. A fin de cuentas me pregunto quien suficiente cuerdo querria perturbar al hijo de un guerrero?

Wyda contaba las historias de papa. Cada palabra del pequeno era caricia tibia para quien le escuchaba. Era bueno creer al mundo bueno, suponer que existen heroes con humano corazon, saber que monstruos y dragones fueron convertidos piedras, que el reino de las hadas fue salvado, que un mensajero con chicharra en bicicleta habra de traer pronto mejores noticias.

Al vencer el hambre y sueno la atencion, Wyda se acurrucaba con mama. Con la llegada del sueno, su piel comenzaba a brillar (nadie lo sabe, solo ella, que veia al pequeno igual que un bulbo resplandecer). Era una suave luz la que sudaba por sus poros, y me parece es justo la razon por la cual el frio jamas entro.